El esperado y deseado debate entre Rubalcaba y Rajoy me ha decepcionado.Los ciudadanos estábamos expectantes ante la posibilidad de conocer los posicionamientos políticos de los candidatos.
Quienes vimos el debate pudimos observar a un Rubalcaba incisivo, que interrogaba para conocer, que ofrecía propuestas concretas y que creía en lo que decía.
Enfrente pudimos observar a un Rajoy metódico, que no se quería complicar la vida, que nadaba con una habilidad pasmosa en la más ambigua ambigüedad y que ocultaba a propósito sus intenciones.
Las dos posturas son respetables. Pero los ciudadanos esperábamos poder conocer ¿Cuáles eran las diferentes soluciones de los partidos para ayudar a los casi cinco millones de desempleados que lo están pasando mal?, ¿Cómo tienen previsto financiar el sistema de salud, la educación, la dependencia...?, ¿Cómo pretenden mantener el bienestar social básico conseguido?, ¿Qúe va pasar con el desempleo¿, ¿Va a haber recortes..?, etc.
Estos y muchos otros eran los asuntos que nos interesan a los ciudadanos para poder discernir la opción que más se identifica con nuestro pensamiento. Y aún a sabiendas de que no existen varitas mágicas para solucionar la magnitud de los problemas.
La noche del debate no ganó Rubalcaba ni ganó Rajoy, perdimos los ciudadanos y ciudadanas que no pudimos conocer las propuestas, las medidas, las ideas y el programa de un Partido Popular enrocado en obtener la victoria gracias a la crisis económica.
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